Las huestes del General Magdaleno tomaron Benidorm en el tercer día de la Guerra de los Trebejos. Valientes y arriesgados, lucharon contra armas, hombres y elementos, tornando vencedores a su morada de Aspépolis, y contar las nuevas a nuestro monarca José Manuel I "El Atrevido", coronado en las frías aguas benasquesas el pasado verano.
Acabó rápido el lance entre El Maestro de Aspépolis y su rival, Alberola, con un ataque de la caballería contra el monarca adversario, algo azorado entre sus piezas, de las que no pudo escapar sin graves daños. Ello redobló la moral del grueso de nuestras tropas, batiéndose en buena lid al enemigo.
El rival de la Infanta Erades, doña Ana, lanzó palabras como dardos, contra los paseos relajantes de nuestra princesa, y contra su conversación frugal y distendida con el resto de la familia. También osó expulsar a la hija del Maestro de los aledaños de la partida en cuestión, y reclamando al juez cuanto se le pasaba por al cabeza reclamar. Al final, los paladines palaciegos, protegieron a la Infanta doña Ana, con presencia impertérrita tras la ofendida, hasta que la justicia divina le otorgó la venia como victoria, merecida y celebrada. Maese Antonio y nuestro Maestro de Aspépolis conversaron animadamente con el atrevido doncel, en presencia del juez, que concedió la razón y la gracia a las tropas fieles al Rey José Manuel I.
También Lady Ariadna enarboló el pendón victorioso, tras sufrir las salvajes acometidas de su rival, gran táctico, pero no en su mejor día, que trató de sacar de sus casillas a la estratégica dama, pero que se quedó sin piezas para rematar la tarea. Tercer puntito de la tarde.
El paladín caballeroso de nuestra expedición, Sir José David, pereció, no sin honor, contra un joven adversario, muy avezado en estas lides. José David quiso luchar hasta el final, complicar la partida, a fin de adiestrar su mente y sus nervios. Hizo bien, aunque perdiera, porque anda acumulando sabiduría que le rendirá grandes servicios en un futuro no muy lejano.
La invitada real, Aida Morán, visitante del Reino de Betxí, también logró su premio, al compartir el punto con su rival, proviniente del país de la media luna, tras reñida justa.
Terminó la jornada con el Capitán de los Ejércitos, el Magdaleno I, cruzando espadas, finta aquí, tajo allá, que no queda sinó batirse, para al final herir mortalmente al infiel (En realidad, Andrés Alameda, un gran jugador y una gran persona) y hacerse con el estandarte del batallón enemigo. Gran victoria del mayor de los Magdalenos.
Jornada para disfrutar, en previsión de cosechas de buñuelos que pudieran llegar en rondas venideras. Mañana, telita para todos, pues los emparejamientos son bastante complicados. Y además dos rondas. Si no llegamos muy cansados, crónica por la noche. Sino, por la mañana del martes.
El Maestro de Aspépolis
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